¡Qué día tan espléndido! Abro mi armario y escojo casi descuidadamente un pareo y me voy a ver la vida al paseo marítimo.
¿Qué tendrá el verano que tanto nos relaja? Dejamos el pelo a su aire y nos despreocupamos de lo que nos ponemos. Esa dulde indolencia que nos trae el calor hace que bajemos la guardia, caen muchas de las máscaras cotidianas y pensamos en quienes somos, qué nos gusta y qué queremos.
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